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La Presidenta del Parlamento Europeo
EN  FR Discursos
Estrasburgo, 21 de julio de 1999
 
Discurso de la Sra. Nicole FONTAINE, Presidenta del Parlamento Europeo

SESIÓN SOLEMNE inaugural de la nueva legislatura del Parlamento Europeo
 
Estimados colegas,

De nuevo gracias por la confianza que me han manifestado ayer al elegirme a la presidencia del Parlamento Europeo. Tomar la sucesión de Presidentes que han dejado su huella en la historia de este Parlamento desde que es elegido por sufragio universal directo, tomar tu sucesión, estimado José-María Gil-Robles, que tan bien has sabido dirigir al Parlamento hacia el progreso democrático,

(Aplausos)

me induce a la modestia más que al orgullo. Pues el sentimiento del honor que se me hace cede el paso, a partir de este momento, a la conciencia de la carga que tendremos que asumir juntos y que, por lo que a mí me concierne, sin duda será exaltante pero también exigente.

A los colegas que han emitido un voto diferente quiero decirles, y no son meras palabras, que una vez elegido, el Presidente tiene que serlo de todos. Primus inter pares, el Presidente es el servidor del buen funcionamiento de la democracia parlamentaria. Permanecer fiel a mis convicciones, así como al Grupo que me ha propuesto para la Presidencia, pero asumir la función con rectitud e imparcialidad, en el respeto de nuestras diferencias políticas o nacionales: así es como concibo mi función y su ética. En el cargo de Vicepresidenta que la Asamblea me ha confiado en los últimos años, he tratado de actuar de esta manera. Seguiré actuando en el mismo espíritu.

Las condiciones en las que se ha llevado a cabo esta elección han marcado un progreso en el funcionamiento democrático del Parlamento Europeo. Esta elección ha permitido a todos los diputados, independientemente de la importancia numérica de su Grupo, participar de manera abierta. Ha tenido en cuenta la relación de fuerzas políticas establecida el 13 de junio por los ciudadanos que nos han elegido y ha permitido a cada uno expresar de manera complementaria su opción preferente de conciencia.

Como decía ayer, agradezco que la Asamblea haya tenido en cuenta otro aspecto de este equilibrio democrático: en la anterior legislatura, el Parlamento Europeo contaba entre sus miembros con un 23% de mujeres. En el que se reúne hoy hay casi un 30%. Después de Simone Veil,

(Aplausos)

que en 1979 fue la primera Presidenta del nuevo Parlamento elegido por sufragio universal directo, los esfuerzos realizados durante estos veinte años para lograr una representación más justa se concretan hoy en la elección que se acaba de celebrar. Esto me satisface y me enorgullece pero, más allá de mi persona, quisiera decir a las colegas mujeres del Parlamento que esta promoción también es la suya.

LA FUERZA SIMBÓLICA DEL NUEVO EDIFICIO
Nuestra sesión constitutiva coincide con la toma de posesión efectiva del nuevo complejo que, con Luxemburgo y Bruselas, acogerá a partir de ahora, de manera compartida, nuestra labor parlamentaria. Un complejo que, de manera tan oportuna, lleva el nombre de una gran europea: Louise Weiss. La inauguración oficial tendrá lugar más adelante, pero esta coincidencia simboliza el arraigo de este Parlamento en los hechos y en los espíritus. En todos los tiempos, la arquitectura ha contribuido a engrandecer los proyectos humanos y, en el transcurso del tiempo, constituye la memoria duradera y privilegiada de las civilizaciones. Su significado es fuerte, aquí y hoy, porque al hacerse autónomo tras abandonar el recinto del Consejo de Europa, al que expresamos nuestra gratitud por la larga hospitalidad que nos ha ofrecido, una época termina y otra comienza: queda significativamente cortado el nudo gordiano que vinculaba el Parlamento Europeo a la época en que no era sino una Asamblea consultiva.

Desgraciadamente, estimados colegas, el edificio no está exento de pecados de juventud que piden nuestra indulgencia y la de los medios de comunicación. En cierta medida, somos los primeros en sufrir sus inconvenientes, pero les aseguro que al final de esta semana procederemos a un riguroso inventario de todas las disfunciones observadas y haremos todo lo posible para ponerles remedio con más eficacia para el próximo período parcial de sesiones.

LA PUESTA EN PRÁCTICA DE LOS NUEVOS PODERES DEL PARLAMENTO
Soy consciente de la inmensa tarea que nos aguarda durante los dos años y medio de esta Presidencia. Nuestro primer deber común, tal como lo concibo hoy, será reivindicar en toda su plenitud el reconocimiento efectivo de las nuevas responsabilidades que el Tratado de Amsterdam confiere al Parlamento Europeo y que, sin retraso ni retención por parte de otras instituciones, deberán traducirse en hechos. No cabe duda de que la cooperación institucional entre el Consejo, la Comisión y el Parlamento es ineludible y deseamos que sea armoniosa. Pero sigue siendo necesario mejorar el equilibrio entre las dos legitimidades democráticas en las que se basa la adopción de la legislación comunitaria: la de los Estados, que se expresa a través del Consejo, y la de la Asamblea, que procede del sufragio universal directo de todos los ciudadanos de la Unión.

(Aplausos)

Una nueva era comienza en el umbral de esta legislatura: el Parlamento Europeo es ahora un Parlamento en el pleno sentido de la palabra. Desde el Tratado de Maastricht, nuestras prerrogativas y nuestra influencia no han cesado de aumentar. Hoy, quedan reforzadas por el Tratado de Amsterdam. Éste es el fruto del esfuerzo incesante de esta Asamblea en cada etapa de la conquista hacia un funcionamiento más democrático de la Unión. Así fue en 1986, tras la ratificación del Acta Única Europea, para mejorar al máximo los logros, ciertamente modestos, del procedimiento de cooperación. Así fue también tras la ratificación del Tratado de Maastricht, en 1992, para acompañar con un cuidado minucioso la puesta en práctica de un procedimiento de codecisión de alcance mucho más considerable.

Todos aquellos, y somos muchos, que hemos participado en las diferentes delegaciones del Comité de Conciliación en las que, en un cara a cara directo, se reúnen el Parlamento y el Consejo, en presencia y con el concurso de la Comisión, han podido constatar hasta qué punto este nuevo procedimiento ha hecho progresar la influencia de esta Asamblea durante la última legislatura. De este modo, casi todos los conflictos que se le han sometido han culminado en un éxito que ha integrado las principales preocupaciones del Parlamento.

Este resultado positivo se debe en gran parte a la fuerza de cohesión que siempre he encontrado en las delegaciones del Parlamento que se han sucedido en los Comités de Conciliación y que he tenido el honor de copresidir, al igual que nuestro amigo Renzo Imbeni y el Sr. Verde. La fidelidad a los resultados de las votaciones de la Asamblea, la solución interna de las posibles divergencias de apreciación, el sentido del compromiso razonable y de la responsabilidad, el perfecto conocimiento de los expedientes por parte de los ponentes y presidentes de comisión han sido determinantes y han merecido el respeto del Consejo. Rindo homenaje a todos los colegas que han contribuido al logro de estos resultados.

Mejorar los poderes conquistados y, al mismo tiempo, progresar hacia nuevas conquistas democráticas: éste ha sido nuestro objetivo permanente. A este respecto, permítanme rendir un homenaje sincero y especial a mis cuatro últimos predecesores, Enrique Barón Crespo, Egon Klepsch, Klaus Hänsch y José-María Gil-Robles, sin consideración de sus filiaciones políticas, por el trabajo considerable de persuasión que han sabido llevar a cabo ante los Jefes de Estado y de Gobierno, en particular en el marco de los Consejos Europeos en los que han participado. Ha sido en gran medida gracias a su diplomacia y a su autoridad moral que los Tratados de Maastricht y de Amsterdam han incluido los nuevos poderes del Parlamento que hoy podemos utilizar.

A partir de ahora, ningún acto legislativo, sobre prácticamente todos los ámbitos de competencia comunitaria, podrá aprobarse sin el acuerdo formal del Parlamento. Al respecto, quisiera decir al Consejo que estoy convencida de que esta Asamblea está dispuesta a hacer todo lo necesario para que, siempre que sea posible, se llegue al acuerdo entre el Consejo y el Parlamento desde la primera lectura. Tengo que añadir, sin embargo, que el Consejo tendrá que contar con el Parlamento si las preocupaciones de los ciudadanos, de las que somos portavoces, no encuentran su lugar legítimo en la legislación comunitaria que se propone al Parlamento.

(Aplausos)

En cuanto a la Comisión, en un primer momento el Parlamento procede a nombrar al Presidente propuesto por los Jefes de Estado y de Gobierno y, posteriormente, al colegio de Comisarios. Luego, conserva su poder de censura. Soy consciente de que este procedimiento es un mecanismo de relojería muy sensible. Los últimos meses del mandato de la Comisión saliente se caracterizaron por la grave crisis que todos recuerdan. El momento culminante se manifestó en diciembre de 1998, cuando el Parlamento se atrevió, por primera vez, a rechazar la aprobación de la gestión presupuestaria de la Comisión. Posteriormente, la sucesión de acontecimientos llevó a la Comisión a dimitir.

En las próximas semanas, el Parlamento procederá a la audiencia y luego al nombramiento del nuevo colegio de Comisarios. Será el primer acto de responsabilidad de esta nueva legislatura. Al respecto, considero que sería inconcebible proceder a nombrar a la Comisión sin tener conocimiento previo del segundo informe del Comité de Sabios.

(Aplausos)

Haré saber a las personas competentes, es decir, al presidente de dicho Comité, que el Parlamento Europeo ha de disponer obligatoriamente de este documento antes de celebrar las audiencias de los candidatos al cargo de Comisario.

(Aplausos)

Quisiera decir al Presidente, Romano PRODI, que no deseamos una Comisión debilitada. Al contrario, queremos una Comisión fuerte, creativa, al tanto de los grandes retos a los que tenemos que responder juntos. Deseamos que los medios que se pongan a su disposición se correspondan con los cometidos que se le confían. Pero, además de competente, esperamos de la Comisión que sea transparente, con un código de conducta revisado, que respete los equilibrios políticos y democráticos que desean los electores, que los procedimientos de atribución de misiones a órganos exteriores eviten el riesgo de conflictos de intereses particulares, y que esté dispuesta a trabajar en estrecha sinergia con el Parlamento. Al respecto, nos complace comprobar que la Comisaria encargada de las relaciones con esta Asamblea es una de las Vicepresidentas de la Comisión.

A pesar de algunos progresos sustanciales, todos sabemos que el Tratado de Amsterdam no ha logrado todos los objetivos que se le asignaron en un principio, especialmente por lo que concierne a la reforma institucional, premisa indispensable para la ampliación. Por este motivo, esta Asamblea tendrá que utilizar todo su peso para que el equilibrio institucional de la Unión progrese en varias direcciones. El ámbito de la codecisión tiene que ampliarse y convertirse en el procedimiento comunitario de Derecho común aplicable a todos los actos legislativos de la Unión. El Parlamento Europeo tiene que participar en la Política Exterior y de Seguridad Común y, por lo que respecta a su pilar operativo que es la UEO, su integración en el dispositivo institucional de la Unión tiene que ser efectivo, según el principio adoptado por el Tratado de Amsterdam.

Es imprescindible que el Parlamento Europeo participe en los trabajos preparatorios de la Conferencia Intergubernamental destinada a reformar las instituciones europeas. Los ciudadanos que nos han otorgado mandato no comprenderían que el Parlamento Europeo se limitara a ser un interlocutor menor en una reforma tan ambiciosa y necesaria como la que se ha de emprender. Por otra parte, ha de participar desde una fase inicial, para aportar su contribución activa desde el comienzo de los trabajos preparatorios. Por otra parte, pediremos al Consejo que tenga en cuenta que la Asamblea, al aprobar los informes presentados por los diputados Mendez de Vigo y Tsatsos, pide por amplia mayoría que el método utilizado sea el método comunitario, es decir, una propuesta de la Comisión presentada a los dos órganos del Consejo y del Parlamento. Por último y llegado el caso, el Consejo tiene que saber que el Parlamento no podrá conformarse con una reforma reducida a la mínima expresión.

Toda esta empresa evidentemente deberá llevarse a cabo en cooperación cada vez más estrecha con los parlamentos nacionales, como por otra parte se ha hecho durante los últimos años. El Parlamento también tiene que participar en las negociaciones que prepararán la ampliación de la Unión, que sigue siendo la prioridad de los próximos años. Asimismo, debe tener mayor peso en las grandes opciones presupuestarias y en la fijación de sus prioridades, en el respeto de las orientaciones de la Agenda 2000.

(Aplausos)

Por último, estoy convencida de que esta Asamblea tiene que lograr que la voz de los ciudadanos a los que representa se oiga en mayor medida en el contexto mundial de los intercambios internacionales. Lo que acaba de ocurrir en la Organización Mundial de Comercio con los bovinos y las hormonas no es aceptable.

(Aplausos)

Todos recuerdan el drama de la sangre contaminada o el riesgo de la enfermedad de las vacas locas para el ser humano. El problema no consiste en oponerse al progreso biotecnológico sino en hacer prevalecer las exigencias de la salud pública. Y así trataremos de hacerlo.

(Aplausos)

LAS REFORMAS INTERNAS DEL PARLAMENTO
La experiencia que puedo tener de esta Asamblea me lleva a pensar que, durante esta presidencia, tendremos que progresar en algunas direcciones. Mencionaré brevemente las que me parecen prioritarias sin perjuicio, hoy, del resultado de los debates abiertos que considero importante favorecer.

En primer lugar, estimados colegas, tendremos que aprender la lección política de la escasa participación electoral que caracterizó las últimas elecciones europeas y orientar nuestras reformas internas hacia un mayor acercamiento a los ciudadanos que nos han elegido. Al respecto, tendremos que esforzarnos en hacer progresar el proyecto de procedimiento uniforme para la elección de los diputados europeos.

Contrariamente a la imagen que a veces puede darse de la institución, el Parlamento Europeo trabaja mucho. Pero no es seguro que trabaje con toda la racionalidad con que podría y debería. Modernizar los métodos y los procedimientos de trabajo es una necesidad si pretendemos ser más eficaces y disponer del tiempo suficiente para estar a la disposición, en el terreno, de los conciudadanos electores.

(Aplausos)

En el respeto de los Tratados, que son nuestra ley común superior, todos los problemas se han de abordar sin tabúes porque está en juego nuestra eficacia, tanto en Bruselas como en Estrasburgo. Ya se han abierto numerosas pistas de reflexión, como por ejemplo:

modalidades que permitan reducir el tiempo de votación en la Asamblea para que los diputados puedan expresarse más ampliamente en los debates importantes,
(Aplausos)
disponer de tiempo para facilitar las relaciones de proximidad con los electores, durante la semana o los viernes,
(Aplausos)
aclarar las funciones respectivas de la Mesa y de la Conferencia de Presidentes respecto de las prerrogativas del Pleno: para ello, propongo mejorar la comunicación a los diputados, por correo electrónico, de los órdenes del día y del resumen de las decisiones,
los problemas que plantea la diversidad de lenguas de trabajo, que aumentará con la próxima ampliación de la Unión,
el refuerzo de la eficacia de los servicios del Parlamento,
la respuesta a las solicitudes cada vez más numerosas de los grupos de visitantes.
No pretendo prejuzgar las decisiones que la Asamblea adoptará democráticamente tras una sabia evaluación de las consecuencias o del riesgo de efectos nocivos. Esta mañana, quiero simplemente decirles que, por mi parte, haré todo lo posible para favorecer un debate abierto y privilegiar la búsqueda de la mayor eficacia posible de la labor parlamentaria.

En segundo lugar, tendremos que llevar a buen fin el trabajo iniciado para establecer el estatuto común de los diputados y, de forma complementaria, aclarar las condiciones de contratación y de trabajo de los asistentes parlamentarios, sobre una base de transparencia, equidad y dignidad de la función parlamentaria ejercida. Hoy, esta reforma de aclaración es necesaria en un contexto político que ha evolucionado mucho desde que el Tratado de Amsterdam admitiera por fin el principio. La Asamblea ha avanzado mucho en torno al informe de nuestro colega Willi Rothley. Este trabajo deberá concluir y lograr el más amplio consenso de la Asamblea. Como Presidenta, mi propósito es que así se logre.

Por último, tenemos obligatoriamente que afinar nuestra estrategia de comunicación, en especial con un mayor esfuerzo de descentralización. La información ha de rebasar los círculos de iniciados a los que, lamentablemente, con frecuencia queda reservada para acercarse mucho más a los ciudadanos. En política, no basta con hacer, hay que hacer saber. Y las carencias en este ámbito son considerables. “Europa aburre”, escribía en estos días un gran periódico. Este es el reto al que tenemos que responder y, con la participación que me permite la función que se me confía, trataré de hacerle frente, con la colaboración de esta Asamblea y la de los periodistas que, así lo espero, serán cada vez más numerosos en interesarse por nuestros trabajos si logramos mejorar su visibilidad política.

LA ADHESIÓN DE LOS CIUDADANOS AL IDEAL DEL PROYECTO EUROPEO
Este déficit de información de los conciudadanos no se puede resolver con improvisaciones y exige una reflexión política de fondo. La situación actual resulta algo paradójica: todas las encuestas indican que la adhesión a la construcción europea gana terreno en la opinión pública. Al mismo tiempo, el aumento constante del número de abstenciones en las elecciones europeas recuerda que, para muchos, Europa sigue siendo una construcción abstracta, lejos de sus preocupaciones cotidianas.

Sin embargo, la vía democrática no puede reducirse a una sucesión de consultas electorales y de procedimientos parlamentarios, a no ser que fuera, según la célebre frase de Winston Churchill, el peor de los regímenes, exceptuando todos los demás.

Tendremos que evaluar políticamente el hecho siguiente: durante demasiado tiempo la opinión pública ha considerado la construcción europea, incluso equivocadamente, una maquinaria de fría eficacia burocrática, una máquina para fabricar normas donde existía la diversidad, el compromiso donde había divergencias, la uniformidad donde subsistían diferencias.

La Comisión ha tenido el mérito histórico de crear las condiciones de un gran mercado, pero es imposible hacer compartir un ideal con directivas y reglamentos. Para que Europa se acepte como algo distinto de una imposición tiene que ser portadora de un proyecto que rebase la mera construcción de un espacio económico y monetario, incluso enriquecido con su dimensión social y medioambiental.

(Aplausos)

Hoy, es urgente volver a cargar de sentido a la Unión. Con los medios apropiados, que se someterán a debate, deseo que esta Asamblea se plantee como objetivo la inversión de la curva peligrosa de la abstención en futuras elecciones europeas, de modo que el Parlamento Europeo conserve entre nuestros conciudadanos un alto grado de la legitimidad democrática que recibe de las urnas.

LA VOZ DE UNA EUROPA UNIDA AL SERVICIO DE LOS DERECHOS HUMANOS
Más allá de los países de la Unión, la influencia internacional de este Parlamento es grande, de especial modo en los países candidatos a la adhesión y en los países que han suscrito acuerdos de cooperación con la Unión. Esta imagen positiva no se debe solamente a la ayuda que se espera del Parlamento Europeo en forma de ayuda financiera para proyectos de desarrollo o con vistas a la celebración de acuerdos económicos con la Unión. Lo que domina es de orden espiritual: el Parlamento Europeo se identifica con el éxito de una democracia civilizada a escala de una gran región plurinacional en el mundo. En todos los acuerdos internacionales para los que se requiere el dictamen conforme del Parlamento, la Asamblea nunca ha cesado, incluso a pesar de las presiones de la razón de Estado, de supeditar su acuerdo al respeto, por los países asociados, de una democracia más auténtica, respetuosa de la libertad y de los derechos humanos. En consecuencia, para todos los pueblos que en todo el mundo sufren la dictadura, la guerra civil o el subdesarrollo, Europa representa una inmensa esperanza de paz, libertad y progreso.

Hago votos, estimados colegas, para que esta Asamblea multiplique las señales fuertes que movilizarán la conciencia colectiva sobre la universalidad de los valores fundamentales de la comunidad humana. A este respecto, el drama más acuciante y más cercano de nosotros es evidentemente el que ha desgarrado Kosovo. Hoy las armas han callado, ha cesado el horror, pero queda por reconstruir la paz. Cada cual siente de manera confusa que ha estado en juego el porvenir de un modelo democrático, protector de todas las minorías. También se ha producido una especie de transformación del continente europeo en santuario humanitario. No era aceptable, y no se ha aceptado, que de nuevo y de manera tan brutal se pisotearan los derechos humanos en el corazón de Europa.

La intervención unida de los quince Estados miembros de la Unión permanecerá, así lo creo, como un acto fundador de la Europa política, correspondiente a los deseos del ciudadano que espera de nosotros algo más que un gran mercado: una perspectiva de humanidad. En Pristina ha comenzado una nueva Europa y esa Europa nace en el umbral de un siglo nuevo. Ahora que las armas han callado, que se reconstruye el país y que quizá un día llegue la reconciliación, desearía, con un acto altamente significativo, que mi primera iniciativa como Presidenta en el exterior fuese, en nombre de todos nosotros y en cuanto sea posible, visitar Kosovo.

(Aplausos)

Sé que son muchas las personalidades que ya han realizado este viaje. Sin embargo, este gesto, ahora que la paz ha vuelto, revestirá un significado especial: llevar a las dos comunidades, a la albanesa y a la serbia, al Alto Representante de las Naciones Unidas, a las autoridades políticas y religiosas, a la fuerza internacional de paz, el mensaje de nuestra determinación. El Parlamento Europeo participará plenamente en el esfuerzo de reconstrucción de Kosovo y de estabilización de la región de los Balcanes. Su participación se manifestará más especialmente en el ejercicio de sus poderes presupuestarios y, sin duda, en otros ámbitos.

Es evidente, estimados colegas, que cuento con su participación activa para lograr estos objetivos ambiciosos. Nos espera una ardua tarea, por lo que no digo ahora felices vacaciones sino que nos deseo a todos ánimo y buen trabajo.

Muchas gracias.

(Fuertes aplausos)

 
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