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La Presidenta del Parlamento Europeo
EN  FR Discursos
Tampere, 15.10.1999
 
Discurso de la Sra. Nicole FONTAINE, Presidenta del Parlamento Europeo
 
Señor Presidente del Consejo Europeo:
Señores Jefes de Estado y de Gobierno:
Señoras y Señores:

Es la primera vez, desde que el 20 de julio pasado fui elegida Presidenta del Parlamento Europeo, que tengo el honor de tomar la palabra ante ustedes, bajo la Presidencia de nuestros amigos finlandeses, a quienes agradezco su acogida. Esto me complace sobremanera, y aprovecho la ocasión para expresarles, en primer lugar, el especial homenaje del Parlamento Europeo.

Con la celebración del Tratado de Amsterdam, los Jefes de Estado y de Gobierno de los quince Estados miembros de la Unión, aquí presentes hoy, tuvieron el valor político, sin otra condición sino el deseo de reforzar el carácter democrático de las instituciones europeas, de otorgar más amplios poderes al Parlamento Europeo, que represento ante ustedes, en particular al ampliar el ámbito de la codecisión y al reforzar el control del Parlamento sobre la Comisión.

Nuestra primera prueba fue el nombramiento de la Comisión presidida por Romano PRODI. El procedimiento no carecía de riesgos. Sin embargo, se desarrolló con transparencia y dignidad, supo evitar el escollo de la complacencia, que los ciudadanos nos hubieran reprochado, y el de la caza de brujas partidaria, que hubiera provocado una grave crisis interinstitucional. Las tres instituciones han dado un ejemplo de democracia y de responsabilidad que ha tenido buena acogida en los medios de comunicación y entre los ciudadanos, que con frecuencia dudan de la vida política. Creo poder afirmar, estimado Romano PRODI, que hemos trabajado bien juntos y en un clima de gran confianza mutua.

Me congratulo, hoy, de que las vías de la cooperación entre el Consejo, la Comisión y el Parlamento estén abiertas, de manera serena y equilibrada.

Por mi parte, seguiré velando durante toda mi Presidencia por que el Parlamento Europeo, sin dejar de cumplir con su deber de ejercer plenamente sus nuevas responsabilidades, actúe en este espíritu.

Es deseo del Parlamento completar y mejorar este acervo, como tendré ocasión de sugerirles dentro de breves instantes, aunque se ha introducido con ello un avance esencial en el proceso de construcción democrática de la Unión.



El proyecto de un nuevo salto cualitativo

Ahora el Consejo Europeo ha decidido dedicar una reunión extraordinaria, aquí en Tampere, a la realización del "espacio de libertad, seguridad y justicia" preconizado por el Tratado de Amsterdam.

No puedo por menos de felicitar a los promotores de esta iniciativa, ya que ésta, por sus características, transmitirá un fuerte mensaje político a los ciudadanos.

Me congratulo por ello tanto más cuanto que, desde mi elección, me comprometí ante la Asamblea a situar la Presidencia que se me confiaba bajo el signo principal de la reconquista de la adhesión de nuestros conciudadanos al ideal del proyecto europeo.

Quisiera ahora exponerles brevemente cuál es el planteamiento del Parlamento Europeo. Nuestra institución considera que la realización de este objetivo constituirá un salto cualitativo en la evolución de la Unión. Después de decenios dedicados a la creación del mercado único, posteriormente a la moneda única y, más recientemente, a la voluntad de una política de convergencia en favor del empleo, hoy se trata de dar nuevo impulso a la ciudadanía europea.



El planteamiento convergente del Parlamento sobre las orientaciones

La Resolución aprobada por el Parlamento el 16 de septiembre en Estrasburgo, al igual que las resoluciones que la han precedido, reflejan una amplia convergencia con las orientaciones generales que se han ido formando en las instituciones europeas y en la opinión pública.

Tanto si se trata del control de la inmigración, de la lucha contra la inseguridad derivada del desarrollo de la delincuencia internacional en todas sus formas -delincuencia financiera y blanqueo de dinero negro, o tráfico de drogas, que sigue siendo el más devastador de todos-, como si se trata de la creación de un auténtico espacio judicial europeo, nuestros conciudadanos esperan respuestas, y puedo asegurarles que el Parlamento prestará su pleno apoyo a las iniciativas innovadoras que tomará el Consejo Europeo.



Las modificaciones necesarias para tener éxito

Pero el Parlamento Europeo desearía que se tuvieran en cuenta las preocupaciones manifestadas en sus debates referentes a la manera en que se decidirán y aplicarán estas iniciativas.

Estas orientaciones son tales que afectan directamente a los europeos en su vida diaria y en lo que reviste la mayor importancia: su libertad, su seguridad, sus expectativas de justicia. Tenemos que convencerles de que la Unión es realmente capaz de concretarlas.



Erradicar la duda de los ciudadanos para reforzar la credibilidad

La elevada tasa de abstención en las últimas elecciones europeas nos ha interpelado a todos. Refleja la insensible relajación de la adhesión de nuestros conciudadanos a los actos que adoptamos en su nombre. Dudan de que la Unión Europea sea capaz de responder a sus temores y a sus aspiraciones y, en definitiva, de su voluntad de tomar las decisiones necesarias en la lógica de una comunidad que ya no tiene fronteras interiores.

Por ello, el Parlamento insiste en que el plazo de cinco años previsto por el Tratado de Amsterdam para llegar a la plena realización del espacio de libertad, seguridad y justicia sea intangible y en que, desde ahora, se haga todo lo posible para que la programación de las iniciativas necesarias permita respetar este plazo. A pesar de las dificultades, lo que está en juego es la credibilidad de la Unión, de sus dirigentes y de sus representantes ante los ciudadanos, que ya no se conforman con declaraciones.

¿Piensan ustedes, Sres. Jefes de Estado y Presidentes de Gobierno, que este objetivo es realizable?

Permítanme que les ofrezca un buen ejemplo de esta credibilidad: se trata de las expectativas creadas por la firma, el 28 de mayo de 1998, del Convenio sobre la competencia, el reconocimiento y la ejecución de las decisiones en materia matrimonial y de responsabilidad parental, denominado "Bruselas II". Cabe lamentar que los Estados no lo ratificaran con la antelación necesaria a la entrada en vigor del Tratado de Amsterdam. Sin embargo, con el aumento de los intercambios y la libertad de circulación de las personas, miles de niños se encuentran hoy tironeados entre derechos nacionales contradictorios cuando los cónyuges de diferente nacionalidad se separan.

Este convenio no era sino una etapa limitada en la elaboración, que tarde o temprano será necesaria, de un Derecho de la familia europeo. Añado que tenía el mérito de ser una de las pocas realizaciones en el ámbito de la cooperación judicial que se había conseguido en el marco del Tratado de Maastricht. Nuestros conciudadanos no han comprendido por qué, al cabo de los quince años que se necesitaron para elaborar y firmar el convenio, no se llegara a su ratificación. Hoy, Señor Presidente, una propuesta de reglamento está en curso de aprobación en el nuevo marco del Tratado de Amsterdam. Me gustaría que me confirmara que la intención de los Jefes de Estado y de Gobierno es que este texto se convierta por fin en el texto de un Derecho positivo bajo su Presidencia, ya que la Unión no puede limitarse a un derecho virtual ...

Hacer un esfuerzo radical de legibilidad

El Parlamento estima que se ha de hacer otro esfuerzo radical para que los resultados de nuestros trabajos se traduzcan en términos asequibles a los ciudadanos. La oscuridad de gran número de actos comunitarios perjudica gravemente su adhesión consciente a la Unión y da pie a todos lo que intentan valerse de los temores colectivos difusos. Para citar un único ejemplo anecdótico, los términos "primer, segundo y tercer pilares" son incomprensibles para la mayoría de los ciudadanos. Evidentemente podría multiplicar los ejemplos de nuestra "jerga comunitaria", que hoy nos invita a una mayor legibilidad de nuestros textos y decisiones.



Superar las dificultades a través de un enfoque innovador

Por lo que se refiere a la cooperación policial, el Parlamento Europeo constata que se ha realizado un progreso considerable. Así y todo, insiste en que el derecho de persecución en las zonas transfronterizas pueda ejercerse sin los obstáculos que actualmente se le ponen aún con excesiva frecuencia. En cambio, la cooperación judicial topa con unas dificultades reales, unos prejuicios o unos reflejos de soberanía que no infravaloro, pero que se han de suprimir en aras del interés superior de los ciudadanos de la Unión. Antes que continuar la tarea de Sísifo, que consistiría en buscar una armonización reductora de los derechos penales nacionales, ¿por qué no inspirarse en el procedimiento iniciado con el reconocimiento mutuo de los títulos? Considerado al principio como revolucionario, ha permitido asegurar, en el ámbito del mercado interior, la libre circulación de los trabajadores y la libertad de establecimiento. ¿Consideran ustedes, Sres. Jefes de Estado y Presidentes de Gobierno, que este reconocimiento mutuo de las decisiones judiciales constituye una vía apropiada?



Tener en cuenta la inseguridad de proximidad que siente el ciudadano

Continuando en el ámbito de la seguridad, formulo el deseo, que el Consejo comparte, en el mismo espíritu, de que se tengan en cuenta las preocupaciones de los ciudadanos, lo que yo quisiera denominar la seguridad de proximidad. Lo que sienten con la mayor intensidad es la inseguridad o la injusticia cotidiana: el hecho de no poder pasearse por la calle sin el temor al tirón, al chantaje en los centros escolares, a la agresión en los transportes públicos, a la violencia ejercida contra los niños. En las estadísticas, esta delincuencia figura en el capítulo de la ¡¡"microdelincuencia"!! De hecho, se trata de un verdadero problema de sociedad.

No ignoro que esta seguridad cotidiana pertenece al ámbito de la responsabilidad de cada Estado y no de la cooperación intergubernamental o, a fortiori, de las instituciones europeas. Sin embargo, la percepción que tienen los ciudadanos de la seguridad constituye un conjunto en su mente. Deseo que el ciudadano pueda considerar al Consejo, sin que éste deje de respetar el lugar que incumbe a las técnicas policiales o judiciales de lucha contra la delincuencia transfronteriza organizada, así como a las medidas represivas que ello supone, como una institución que presta atención y desea responder a sus preocupaciones más sensibles. ¿No sería posible impulsar un amplio movimiento de información a escala europea sobre las experiencias locales, regionales o nacionales que han dado resultados positivos y fomentar todas aquéllas que aúnan las fuerzas de la vida asociativa? Ahí tenemos un capital considerable de dedicación, de acción desinteresada, de buen conocimiento de los entornos sensibles, de capacidad de diálogo apaciguador, cuya acción podría respaldar la de los Estados, por muy escasa que sea la consideración y la ayuda que se le preste.



Desarrollar el capítulo positivo del proyecto mediante la Carta de los derechos fundamentales

El conjunto de estos problemas debe inscribirse en una perspectiva ambiciosa: la de dotar a la Unión de una Carta de los derechos fundamentales. La definición de dichos derechos no ha de limitarse a un ejercicio retórico, sino que se ha de realizar simultáneamente con la construcción del espacio de libertad, de seguridad y de justicia que exige la lucha contra la delincuencia.

Dicha Carta va a concretar la necesaria dimensión positiva y exaltante que se ha de dar, y concretamente de cara a la juventud de nuestros Estados, a ese gran proyecto. Es necesaria para evitar que el proyecto se asimile a la voluntad de una política situada exclusivamente en el ámbito de la seguridad y comparto al respecto las observaciones que les ha dirigido a ustedes el Presidente PRODI. La Carta va a asegurar, frente a los brotes del extremismo xenófobo, y frente al mundo entero que nos observa y nos envidia, que Europa, si bien ha de asegurar la seguridad de sus ciudadanos, va a seguir siendo lo que siempre ha sido, a saber, una tierra de acogida, de integración y de asilo para los oprimidos en otras regiones del planeta.

El llamamiento dramático que nos dirigieron este verano los dos jóvenes guineanos fallecidos en el tren de aterrizaje de un avión nos demuestra hasta qué punto existe un sueño "europeo" en el mundo y hasta qué punto es urgente que la Unión Europea vuelva a definir su política de cooperación dentro de un enfoque de desarrollo conjunto.

La primera etapa de la elaboración de esta Carta de los derechos fundamentales consistirá en determinar la composición del recinto que definirá su contenido. Estoy convencida de que ustedes comprenderán nuestra voluntad de asegurar una representación equilibrada de las diferentes fuentes de la legitimidad europea: el Parlamento Europeo y el Consejo Europeo. Estoy igualmente convencida de que se ha de encontrar una solución apropiada para la participación de los Parlamentos nacionales y la implicación de las ONG y otros sectores de la sociedad civil.



La dinámica democrática y la función del Parlamento Europeo

Permítanme que les diga muy sinceramente lo que pienso: la función del Parlamento en la elaboración de esta Carta va a ser muy importante.

Y mi intención va más allá, desde la perspectiva de la próxima CIG.

No ignoro, ustedes lo saben muy bien, los límites actuales de los Tratados que, evidentemente, constituyen nuestra ley interinstitucional común.

Por lo que se refiere a "los pilares segundo y tercero", repitiendo aquí los términos bárbaros que acabo de mencionar cuando se emplean en relación con los ciudadanos, el Parlamento Europeo desempeña en estos ámbitos sólo una función muy limitada. Sin embargo, Amsterdam abrió camino a cierta comunitarización, estableciendo así el principio de las transferencias y los repartos necesarios de las soberanías nacionales en los ámbitos de la justicia y los asuntos de interior. El Parlamento Europeo no minimiza los retos de esta gran aventura de la historia de Europa, pero no hay alternativa para esta puesta en común si se tienen presentes las tragedias del siglo que está acabando.

Dicho esto, ¿me permiten que les comunique que nuestra institución les invita a una nueva audacia en la vía de un funcionamiento auténticamente democrático de la Unión?

Puesto que se trata de definir los derechos fundamentales de los que disfrutarán los ciudadanos comunitarios a título personal en el conjunto del territorio de la Unión, puesto que tal Carta definirá las modalidades de aplicación de los valores humanistas que comparten en su gran mayoría, o dado que se va a tratar de adaptar las instituciones europeas para los próximos decenios, los ciudadanos europeos no comprenderían que la Asamblea que eligen por sufragio universal directo sólo desempeñase una función consultativa de menor importancia o de figurante. Por lo que se refiere a estos problemas fundamentales para el porvenir de Europa y de los hombres y las mujeres que viven en este continente, ¿podría el Parlamento desempeñar una función menos importante que la que ustedes le han deseado reconocer con el procedimiento de codecisión, para concluir el mercado interior?

Éste no es el lugar adecuado para precisar en qué forma, tanto por lo que se refiere a la creación del espacio de libertad, de seguridad y de justicia, como en cuanto a la de la futura CIG, convendría fijar las modalidades equilibradas que, evitando la confusión de las instituciones, van a asegurar la contribución del Parlamento en una fase muy precoz de las decisiones. No obstante, estoy convencida de que el curso de la historia, la lógica de la construcción europea y la de la democracia aplicada al funcionamiento de la Unión van en el sentido de ese paso nuevo que les invito a dar.

El Parlamento es competente para emitir dictamen conforme sobre la adhesión de los nuevos candidatos a la Unión. El hecho de no permitir hoy día que participe en la elaboración del espacio de libertad, de seguridad o de justicia o, mañana, en la reforma de las instituciones que va a preparar la ampliación de la Unión, sería contrario a la lógica y a la dinámica de una democracia europea adulta.

Desde mis primeras palabras ante ustedes, he deseado rendir homenaje a su Consejo por los acervos de los Tratados de Maastricht y de Amsterdam. Estoy convencida de que el Consejo adoptará la misma actitud de apertura y, por qué no decirlo, de audacia prospectiva, para estos nuevos retos a los que Europa ha de hacer frente.

Muchas gracias.

 
© European ParliamentResponsible Website : Hélène Lanvert