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La Presidenta del Parlamento Europeo
EN  FR Discursos
Estocolmo - 23.03 2001
 
Discurso de la Sra. Nicole FONTAINE Presidenta del Parlamento Europeo
con ocasión de la reunión del Consejo Europeo de ESTOCOLMO
 

Señor Presidente del Consejo,
Señoras y Señores Jefes de Estado y de Gobierno,
Señor Presidente de la Comisión,
Señor Alto Representante para la PESC,
Señoras y Señores Ministros,


Agradezco su invitación a este intercambio de puntos de vista con que se da comienzo a esta reunión y agradezco también, señor Primer Ministro, Presidente del Consejo Europeo, sus palabras de bienvenida.

El Tratado de Niza ha sido firmado y quisiera, en primer lugar, rendir homenaje a las tres presidencias, la finlandesa, la portuguesa y la francesa, cuya perseverancia ha permitido llegar a un resultado que, sin ir todo lo lejos que se podía desear, abre las puertas de la ampliación y hace progresar la Unión en numerosos e importantes ámbitos.

Ahora que Suecia ha tomado el relevo, por primera vez, de la presidencia de la Unión, quisiera reiterarle, señor Primer Ministro, mis mejores deseos de éxito. El Parlamento Europeo ha tenido ocasión de apreciar la calidad de las relaciones que tanto usted como la señora Ministra han querido establecer con nuestra Asamblea y le doy las gracias por ello.

Esta Cumbre, dedicada esencialmente al seguimiento del Consejo Europeo de Lisboa, tratará también algunos asuntos de política internacional y, si me lo permiten, quisiera referirme a dos en concreto, que nos preocupan más especialmente.

El primero es la situación en la Antigua República Yugoslava de Macedonia. Puedo asegurarles que la posición del Parlamento Europeo concuerda con la del Consejo y de la Comisión.

Todo cuestionamiento de las fronteras actuales de los Estados del sudeste de Europa no solamente sería contrario a la Resolución 1244 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas sino que no haría sino reavivar el incendio de la guerra en el polvorín de los Balcanes. Esta Resolución se ha de aplicar rigurosamente en todos sus elementos.

Me alegro de que se haya invitado a esta Cumbre al Presidente TRAJKOVSKI para prestarle solemnemente el apoyo de la Unión Europea, y le invitaremos en el mes de junio.

Desde luego, los acontecimientos de estos últimos días en la Antigua República Yugoslava de Macedonia son de carácter interno y, por lo tanto, Europa no puede sino actuar con precaución. Pero todo hace temer que los ataques de provocación, lanzados con los brazaletes del UCK, tienen un objetivo cuya incidencia internacional, en particular en Kosovo, es evidente.

Por este motivo, el Parlamento Europeo considera que la KFOR tiene que interponerse para proteger las fronteras de la Antigua República Yugoslava de Macedonia a partir de Kosovo. La KFOR también ha de poder oponerse, si es necesario con la fuerza, a la intrusión de aquellos cuyo objetivo es levantar a la población albanesa de la Antigua República Yugoslava de Macedonia para imponer un Estado independiente concebido sobre unas bases puramente étnicas. Demasiado bien nos enseña la historia a qué desmanes esto conduce.

Además, no podemos olvidar la solidaridad y la generosidad con las que abrió sus fronteras a la población de origen albanés que hace poco huía de Kosovo, a pesar del peligro de desestabilizar el frágil equilibrio multiétnico del país, fragilidad que queda confirmada por los acontecimientos de los últimos días.

El Parlamento aprecia los esfuerzos de coordinación entre la Unión Europea y la OTAN y congratula por ello, en particular, a Javier SOLANA.

Pero esta coordinación se tiene que concretar en el terreno. Si las vacilaciones que prolongaron el martirio de la población en Bosnia y en Kosovo se repitieran en el caso de la Antigua República Yugoslava de Macedonia, ¿cómo podríamos justificar ante los europeos la contradicción entre la decisión positiva adoptada en Niza de crear una fuerza de intervención rápida propiamente europea y la incapacidad de Europa de apartar a tiempo el nuevo peligro que se perfila en condiciones similares? Es evidente que la credibilidad de la Unión Europea quedaría en entredicho.

Quisiera mencionar, en segundo lugar, un acontecimiento que también marcará significativamente la imagen del Consejo de Estocolmo ante la opinión pública europea: la reunión excepcional entre los quince jefes de Estado y de Gobierno de la Unión y el Presidente Vladimir POUTINE.

El Parlamento apoya el desarrollo de relaciones normalizadas con la Federación de Rusia que, a pesar de sus dificultades, sigue siendo una de las mayores potencias del mundo y tiene la clave de la paz y de la seguridad internacionales.

Por otra parte, la situación en Chechenia, por lo que respecta a los derechos humanos, preocupa profundamente a nuestra Asamblea. Consideramos que no se ha cumplido la mayoría de los compromisos contraídos por Moscú, tanto en el contexto de su adhesión al Consejo de Europa como en el de los acuerdos de asociación y de cooperación con la Unión.

En todos los Estados de la Unión la reprobación moral es muy profunda, dado que esta tragedia se desarrolla en un clima de opacidad y las organizaciones humanitarias y la prensa internacional no están autorizadas a entrar en el país.

Aunque las autoridades rusas siguen considerando que el conflicto checheno es de carácter interno y, en consecuencia, excluyen toda intervención o presión extranjera, el interés político y moral de Rusia es renunciar a la ilusión de una estrategia puramente militar.

En consecuencia, contamos con ustedes. No dudo de que el Consejo Europeo reiterará al Presidente y al Gobierno de la Federación de Rusia su ruego urgente de que se ponga fin a la violación de los derechos fundamentales perpetrada por las unidades que intervienen en el terreno, en particular en los campos denominados de "filtración", de que se inicien negociaciones con los representantes legítimos de la República de Chechenia y que dichas negociaciones se abran a los representantes de las instituciones internacionales para facilitar una conclusión positiva, que se permita a las organizaciones humanitarias aliviar el sufrimiento de la población, cuyas condiciones de vida y sanitarias son indignas, y que se autorice a la prensa internacional a cumplir con libertad e independencia su misión insustituible de información.

Quisiera mencionar ahora los problemas económicos y sociales que son el principal objeto de esta Cumbre. Su número y su diversidad no me permiten entrar en detalles. Me limitaré a algunas observaciones generales, resultado de los debates y resoluciones del Parlamento.

Hace un año, el Consejo de Lisboa fijó para la Unión un objetivo económico y social global y coherente, que es también muy ambicioso e implica progresos comunitarios en distintos ámbitos que, hasta ahora, eran de competencia esencialmente nacional.

El primer balance que hace ahora el Consejo Europeo se produce en un momento en que los ciudadanos europeos necesitan recibir de este Consejo un mensaje comprensible y de confianza.

Desde luego, se ha reanudado el crecimiento, aunque con ciertos síntomas de debilidad, la creación de empleo es alta, el desempleo disminuye, el valor exterior del euro ha dejado de bajar y, gracias en particular a la moneda única, el impacto brutal de las fluctuaciones de la economía de los Estados Unidos en la economía europea se ha amortiguado considerablemente.

Pero el año 2000 ha planteado interrogantes e incluso graves temores: ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad, en particular en los mercados bursátiles, de la nueva economía creada por las tecnologías de la información.

Por último, algunos países han empezado a tomarse libertades con los criterios de convergencia en los que se basa la fiabilidad del euro, y el objetivo de una tasa de crecimiento del 3% se desdibuja.

En este contexto, sería importante que la reunión de Estocolmo diera lugar a progresos significativos en los compromisos de Lisboa. Es de importancia fundamental tener presente la voluntad firme de lograr que la Unión Europea sea un espacio en el que coinciden la competitividad económica, la solidaridad social y la protección del medio ambiente. Nuestros conciudadanos esperan que este compromiso de la Unión Europea sea una realidad en el respeto del principio de subsidiariedad.

Adaptar la formación de las personas a las nuevas tecnologías de la información, coordinar y adaptar la investigación a las necesidades de los mercados, simplificar la reglamentación comunitaria, dinamizar el mercado de trabajo, modernizar la protección social, son otros tantos grandes trabajos que hay que acometer. Las empresas también esperan del Consejo Europeo que se facilite el acceso a la financiación. Para ello, es necesaria una regulación más apropiada de los mercados de valores mobiliarios.

El Parlamento comparte el análisis del grupo de sabios, presidido por el Sr. LAMFALUSSY, según el cual el actual marco legislativo es demasiado rígido y complejo y no está adaptado para reaccionar a la evolución de los mercados financieros. Proponen que los principios básicos se definan de conformidad con el procedimiento de codecisión, y que las medidas de ejecución sean competencia de los comités de expertos.

Pero, para evitar que unas medidas de apariencia "técnica" tengan en realidad carácter legislativo, lo que, como sabemos, es un punto frecuente de fricción entre las instituciones, se debería prever un derecho de recurso del Parlamento similar al denominado "call back". Sobre esta base, el Parlamento está dispuesto a hacer progresar rápidamente este asunto y espera un paso significativo por parte del Consejo.

Por otra parte, el Parlamento también espera que el Consejo Europeo encargue a los Ministros que fijen cuanto antes un plazo para la realización del mercado interior, de los servicios postales, de la electricidad y del gas, sin olvidar, por supuesto, su incidencia medioambiental y social.

El Parlamento también desea subrayar que es urgente comenzar los trabajos legislativos a que dará lugar la adopción de la agenda social y del estatuto de sociedad europea.

Para las modalidades de información y consulta de los trabajadores en las empresas, la movilidad transfronteriza, la fiscalidad aplicada al trabajo, la calidad del empleo o las medidas para restablecer la confianza de las personas más vulnerables debido al desempleo, una discapacidad, al riesgo de discriminación sexual o la edad, lo que importa es que las expectativas creadas por el Consejo de Lisboa reciban una respuesta comunitaria concreta y a la medida de las esperanzas que ha despertado.

Sin querer anticipar lo que será el debate institucional que en Niza quedó programado para 2004, el espíritu mismo de la Declaración sobre el futuro de la Unión, que consiste en otorgar un lugar más importante a la escucha de los ciudadanos, debería estar presente desde ahora en los trabajos preparatorios para las disposiciones legislativas europeas que afectan directamente a la vida y a las preocupaciones más acuciantes de los europeos.

Para ello, el euro ofrece un buen ejemplo. Aunque no figura en el orden del día de esta Cumbre, no es paradójico que yo lo mencione aquí, en Suecia, señor Primer Ministro, puesto que estoy convencida de que se nos abre un futuro común también en este ámbito. Concretamente, lo mencionaré desde el punto de vista del déficit de comunicación. En los doce países que hoy constituyen la zona del euro, las grandes empresas ya están bien preparadas.

En cambio, a pocos meses de la desaparición de las monedas nacionales, los esfuerzos de comunicación son insuficientes, incluso para algunas PYME-PYMI, pero sobre todo para el enorme grupo de población de edad madura o anciana que tendrá dificultades para adaptarse a la conversión y se preocupa por un aumento disimulado de los precios.

Desearía que el Consejo emprendiera una acción directa y decidida en este ámbito. La jornada europea del 9 de mayo podría ser la ocasión para dirigir un mensaje significativo de todas las instituciones.

En el mismo espíritu, el éxito del programa establecido en Lisboa estará condicionado a una movilización más directa de los ciudadanos.

Tanto si se trata de los problemas que plantea el progreso tecnológico o de los progresos de la biotecnología, respecto de los cuales el Parlamento Europeo ha tomado posiciones éticas muy firmes, especialmente con su condena de la clonación humana, como si se trata del lugar reservado al ser humano en nuestro sistema económico, del respeto del medio ambiente que dejaremos a nuestros hijos, de la lucha contra la exclusión social y la pobreza, o de las consecuencias del desequilibrio demográfico para las generaciones futuras, todos estos debates de sociedad constituyen el centro del programa de Lisboa.

Y son de fundamental importancia en la perspectiva de la ampliación, para sentar las bases de una verdadera política de cohesión, en una Unión ampliada que deberá tener no solamente unos objetivos económicos comunes sino también una visión común del desarrollo duradero de nuestra sociedad.

Por este motivo, el diálogo social y el debate democrático sobre los grandes desafíos del programa de Lisboa no son un elemento accesorio sino una condición para su éxito.

Al respecto, convendría en primer lugar mejorar la legibilidad de los trabajos de la Unión Europea.

Para ello, sería preferible reagrupar los diferentes informes de la Comisión Europea sobre las grandes orientaciones de las políticas económicas, el funcionamiento del mercado interior, las líneas directrices para el empleo, en un informe anual sobre la situación económica y social de la Unión Europea, que será objeto de examen por parte del Consejo Europeo de la primavera.

Según la lógica democrática, el informe de síntesis de la Comisión Europea sobre la consolidación y la extensión de la estrategia de Lisboa se debería presentar previamente al Parlamento Europeo con el fin de que pueda contribuir al mismo, tras someterlo a debate con los representantes de la sociedad civil.

Por último, antes de cada Consejo Europeo de la primavera, el Parlamento del país que asume la presidencia podría organizar oportunamente un amplio foro parlamentario sobre la política económica y social de la Unión.

Puedo asegurarles que el Parlamento Europeo está dispuesto a contribuir todo lo necesario a este esfuerzo de información, de escucha y de toma de conciencia colectiva, cuya necesidad es consecuencia de la calidad y de la ambición del programa de Lisboa.

Muchas gracias.

 
© European ParliamentResponsible Website : Hélène Lanvert