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La Presidenta del Parlamento Europeo
EN  FR Discursos
Gotemburgo, 15 de junio de 2001
 
Discurso de la Sra. Nicole FONTAINE, Presidenta del Parlamento Europeo,
con ocasión de la apertura del Consejo Europeo de Gotemburgo
 

Señor Presidente en ejercicio del Consejo,
Señora y Señores Jefes de Estado y de Gobierno,
Señor Presidente de la Comisión,
Señor Alto Representante para la Política Exterior y de Seguridad Común,
Señoras y Señores Ministros,


Señor Primer Ministro, su deseo ha sido que la Presidencia sueca de la Unión se colocara bajo el signo de una triple prioridad: ampliación, empleo, medio ambiente. Gracias a su impulso, se han logrado progresos significativos en los tres ámbitos. Como ejemplo de ello, deseo mencionar el importante progreso hacia la Europa social, logrado el pasado lunes en Luxemburgo. Es indispensable, y responde a las expectativas, que la Unión reaccione a las reestructuraciones o al cierre repentino de empresas llevados a cabo sin verdadera información y consulta de los trabajadores. El Parlamento Europeo examinará en muy breve plazo el acuerdo a que ha llegado el Consejo.

También ha querido usted fomentar la transparencia y mejorar las relaciones entre el Consejo, la Comisión y el Parlamento: doy fe de la acción constante llevada a cabo en este sentido.

Por lo que concierne más directamente al Parlamento Europeo, la creación reciente de un grupo de trabajo común a las dos instituciones ha permitido resultados concretos.

En cuanto a la transparencia, el complejo y delicado problema del acceso a los documentos ha encontrado una solución positiva, que no se daba por descontado, gracias a la adopción del Reglamento que entró en vigor el pasado 3 de junio. Este resultado se debe en gran parte a la labor desempeñada por su Presidencia. Este Reglamento, que consagra el derecho a la información de los ciudadanos de la Unión, tiene un valor paradigmático para la democracia europea. Para llevar la teoría a la práctica, el Parlamento prestará su plena cooperación y espera disponer de la misma cooperación de parte del Consejo y de la Comisión.

En el momento en que da comienzo este Consejo, los avatares de la vida democrática nos colocan, de manera inesperada, ante la realidad, con sus causas y sus consecuencias, del resultado negativo del referéndum irlandés.

Crea, señor AHERN, que todos compartimos su decepción, pero, como solía decir Jean MONNET, Europa será el resultado de la suma de las soluciones que se encuentren a las crisis que tendrá que superar.

Aunque el Tratado de Niza haya suscitado cierta insatisfacción o incluso frustración, el Parlamento Europeo acaba de aprobar por una gran mayoría el informe de los diputados MÉNDEZ DE VIGO y SEGURO. Sin pasar bajo un leal silencio las insuficiencias constatadas, la Cámara ha querido ir a lo esencial: la ratificación del Tratado es necesaria para confirmar la vía libre a la ampliación y hay que mirar hacia el futuro con rapidez y firmeza.

Me alegro de que las tres instituciones hayan tomado inmediatamente la iniciativa de tranquilizar a los países candidatos: el resultado negativo del referéndum irlandés no debe alterar o desacelerar las negociaciones en curso. Éste es el mensaje más urgente e inmediato que se tiene que reforzar en Gotemburgo. Esperamos que el Consejo Europeo envíe un mensaje claro y que se comprometa a hacer todo lo posible para que los primeros países que se hayan adherido puedan participar en las próximas elecciones europeas de junio de 2004.

En cuanto a las soluciones, considero que se deben tomar en consideración tres requisitos:
- en primer lugar, las posibles aclaraciones para disipar los temores reales o infundados que han llevado a este resultado, en particular respecto de la participación de Irlanda en la fuerza europea de intervención, no tienen que hacer caer a la Unión en una espiral de arreglos o incluso de cláusulas de salida que alteren la sustancia del Tratado y los compromisos mutuos contraídos en Niza. Creo saber, señor Primer Ministro, que ésta es su intención y me congratulo por ello.
- En segundo lugar, hay que afirmar nuestra determinación a continuar el proceso de ratificación en todos los Estados.
- Por último, hay que prestar oídos al mensaje de alerta que llega de un país cuyo espíritu europeo nunca ha fallado, aunque el alto porcentaje de abstención enturbie la lectura de los resultados.

Este referéndum nos apremia para que demos a la democracia representativa un aliento más amplio, que la aproxime a los ciudadanos, las colectividades locales, los movimientos asociativos y las organizaciones sindicales que son su voz y su conciencia, en una palabra, a la sociedad civil. De lo contrario, la distancia que constatamos no dejará de aumentar y podría haber malas sorpresas. Por si cupiera alguna duda, el referéndum que se acaba de celebrar en Irlanda así lo confirma.

A la vista del calendario que el Consejo Europeo ha previsto en Niza para 2004 y que el Parlamento Europeo desea anticipar al segundo semestre de 2003 con el fin de que el nuevo Tratado pueda adoptarse en diciembre del mismo año y de que las elecciones europeas de junio de 2004 puedan dar un impulso democrático al proceso de integración, estamos convencidos de que el método demasiado intergubernamental que prevaleció en la preparación de los tratados anteriores, en particular el de Niza, ya está superado.

Por ello, el Parlamento Europeo pide de nuevo con insistencia que el procedimiento que se adopte en Laeken se inspire en el modelo de la convención abierta, escogida por el propio Consejo Europeo para la elaboración y presentación de la Carta de los Derechos Fundamentales. Esta estructura, en la que oportunamente participan los Estados, los diputados, tanto nacionales como europeos, y la Comisión, ha demostrado su eficacia sin afectar a la responsabilidad final del Consejo.

En el mismo espíritu, añadiré que la ratificación del Tratado de Niza no es suficiente para el éxito de la ampliación. No solamente hay que adaptar las instituciones europeas, también hay que preparar las mentalidades.
Tras un período inicial de asentimiento colectivo y espontáneo, no podemos dejar de observar que las aprensiones e incluso los retrocesos aumentan y se generalizan en todos los Estados. Es ahora cuando hay que emprender una campaña de información y sensibilización respecto de los desafíos geopolíticos de la reunificación integral, en el seno de la Unión Europea, de todos los países del continente europeo que así lo deseen y puedan. A pesar de los esfuerzos de la Unión Europea en los Balcanes, la situación en la Antigua República Yugoslava de Macedonia demuestra hasta qué punto la paz en el continente europeo es frágil. Entre otras cosas, tenemos que explicar a nuestros conciudadanos que la ampliación es un elemento determinante para la estabilización de la "vieja Europa".

De nuevo en el mismo espíritu, en Estocolmo insistí en la necesidad de reforzar la preparación de los ciudadanos de la zona del euro al paso a la moneda única y no solamente la de los principales operadores económicos, bancos o grandes empresas, que desde hace tiempo llevan preparándose a la nueva situación.

Sin embargo, a pesar de los esfuerzos que actualmente se llevan a cabo en todos los Estados, me pregunto si la comunicación dirigida al público en general y el rígido dispositivo adoptado para el gran día son los más apropiados para hacer frente a los problemas muy concretos que se plantearán masivamente durante el delicado período de los primeros días de enero, tanto para los pequeños comerciantes como para sus clientes en pueblos y barrios.

El fracaso de este paso histórico sería devastador para la idea europea en una fase tan sensible y no dejaría de afectar a los responsables políticos hacia los cuales, naturalmente, se dirigirá el descontento popular. Estoy convencida de su total determinación para que superemos los obstáculos prácticos y psicológicos que quedan por vencer.

Quisiera decir al respecto que lamento de veras que, una vez más, el Banco Central Europeo haya dado respuesta negativa a nuestra propuesta de poner a disposición de los consumidores billetes en euros por pequeños importes, algunos días antes del 31 de diciembre. Estoy convencida de que este mínimo de flexibilidad contribuiría a facilitar ese paso hacia lo desconocido que la llegada de la moneda única representa para los ciudadanos.

Además, con este paso, que es delicado porque en un período de tiempo muy breve revolucionará la vida cotidiana y práctica de casi 300 millones de europeos de todas las edades, condición social y nivel de cultura, toma definitivamente cuerpo la "zona del euro". En consecuencia, es urgente dar una nueva dimensión a la coordinación de las políticas económicas. El Parlamento se congratula de que el Consejo Europeo de Gotemburgo someta este asunto a debate para aprobar las grandes orientaciones que permitirán una eficaz y verdadera convergencia de las políticas fiscal y presupuestaria de los Estados miembros de la zona del euro. Por ello, pide que aquellos que lo hayan escogido profundicen el debate sobre la creación de un "dispositivo político" de coordinación de las políticas económicas.

En otro orden de cosas, ayer se entrevistó usted con el Presidente de los Estados Unidos, George W. Bush. Me congratulo por su iniciativa, señor Presidente. Las relaciones de amistad con los Estados Unidos, que se han ido afianzando a lo largo de la historia, así como nuestro interés bien entendido por reforzar nuestra estrecha cooperación en todos los ámbitos, justifican esta entrevista.

Al parecer, esta reunión se ha caracterizado por algunos notables progresos, pero subsisten las divergencias bien conocidas.

Es importante que los estadounidenses y los europeos actúen de forma concertada en la lucha contra las enfermedades infecciosas y en primer lugar contra el SIDA, ante cuyos estragos, especialmente en África, la conciencia humana no puede permanecer indiferente. Hay que ofrecer una esperanza a la población víctima de la enfermedad y me parece que, efectivamente, la iniciativa adoptada ayer puede ofrecérsela.

No deja de ser cierto que, desde hace algún tiempo, el Parlamento Europeo se preocupa ante la aparición de ciertas tensiones que es necesario abordar con nuestros amigos estadounidenses con cortesía pero con franqueza.

Además de los tradicionales conflictos comerciales, se plantea de manera cada vez más acuciante un problema que afecta a los valores que desde hace tiempo quedaron consagrados en toda Europa.

Ayer no mencionó usted el asunto, pero para un número creciente de europeos, de todas las naciones y tendencias políticas, resulta cada vez más discutible que una democracia tan avanzada como la de los Estados Unidos no tome la valiente decisión de abolir la pena de muerte, aún a sabiendas de que será difícil convencer a la opinión pública estadounidense, habida cuenta de su tradición y de las circunstancias atroces de los delitos que así se castigan.

Pero el poder de disuasión internacional contra la violencia asesina que asola regiones enteras del mundo resultaría más creíble y más fuerte si en todas las democracias el respeto de la vida se convirtiera en un principio sagrado e intangible.

Se ha pedido al Parlamento Europeo que acoja la primera cumbre mundial para la abolición universal de la pena de muerte, que se celebrará el próximo 22 de junio. Muchos presidentes de parlamentos nacionales, de todos los continentes, han anunciado su presencia, lo que demuestra una toma de conciencia a escala planetaria.

Otra dificultad consiste en el riesgo de utilización indebida, con fines de competencia comercial desleal, del sistema de vigilancia Echelon. La actitud negativa de algunas autoridades estadounidenses respecto de una reciente delegación del Parlamento Europeo, no puede dar respuesta satisfactoria a la legítima preocupación de los europeos.

El Parlamento Europeo también se preocupa por la estrategia de los Estados Unidos relativa al escudo antimisiles. Es imprescindible que los interlocutores europeos estén unidos y que los Estados Unidos lleguen a una concertación con ellos antes de organizar un sistema que puede resultar peligroso para el equilibrio mundial. Sin duda, la reunión de la Cumbre de la OTAN, el pasado miércoles, ha permitido progresar hacia esta concertación, pero también ha puesto de manifiesto la ausencia de un planteamiento común entre los Quince.

Pero la cuestión que hoy los europeos consideran primordial es la protección del planeta. La posición inicial del Presidente Bush sobre el efecto invernadero y la ratificación de los acuerdos de Kioto ha suscitado la severa reprobación e incluso la indignación, tanto en Europa como en el resto del mundo.

Su entrevista de ayer no parece haber contribuido a una evolución por parte del Presidente de los Estados Unidos, quien mantiene su posición de rechazo del protocolo de Kioto. Por mi parte, dudo de que la cooperación en el ámbito de la investigación logre una evolución significativa de la intransigencia estadounidense.

Es inaceptable que, alegando sus intereses económicos del momento y sin preocuparse por la preservación del porvenir que se ha de dejar a las generaciones futuras, un Estado pueda arrogarse unilateralmente el derecho de seguir siendo el principal causante de contaminación de un bien primordial, vital, frágil y común a toda la humanidad: la tierra y su atmósfera.

Es consecuencia, la presión europea e internacional debe persistir, tanto más cuanto que su deseo, señor Presidente, es que el Consejo Europeo de Gotemburgo consagre la voluntad de la Unión Europea en favor de un desarrollo sostenible, cuyas tres dimensiones, la económica, la social, y la medioambiental, son indisociables.

Incrementar la riqueza económica de la que depende el aumento del nivel de vida, sin avasallar al ser humano ni degradar el medio ambiente que heredarán las generaciones futuras, tiene que ser un imperativo moral para la comunidad internacional y en primer lugar para los países industrializados.

En esto también hay que pasar de la teoría a la práctica, para que la actuación de la Unión Europea sea coherente. El Parlamento Europeo sugiere que se fijen objetivos concretos, como por ejemplo la creación de un consejo para el desarrollo sostenible, encargado de coordinar las iniciativas que se emprendan.

Señor Presidente, puesto que acaba usted de recibir al Presidente de los Estados Unidos y que esta visita, al igual que la del Presidente Putin a Estocolmo, plantea la cuestión del lugar y de la resonancia de la Unión en el contexto mundial, permita que la Presidenta del Parlamento haga un llamamiento para que Europa aproveche con mayor determinación las oportunidades que se le ofrecen, gracias al final de la guerra fría, de reforzar su cooperación con los otros continentes del mundo en los cuales Europa no solamente es envidiada sino también esperada y, es lo que creo, profundamente amada por todo lo que representa.

El Parlamento Europeo rinde homenaje, al que añado mi admiración, a la labor infatigable de Javier SOLANA y de los Comisarios europeos, que no ahorran esfuerzos en todos los lugares en los que se fraguan amenazas de guerra. El polvorín de los Balcanes puede volver a estallar en cualquier momento. Espero que el plan de paz del Presidente de la Antigua República Yugoslava de Macedonia logre resolver la crisis que afecta al país, y confío en que nuestros representantes contribuirán de manera decisiva a su cumplimiento. Lo mismo ocurre en el Oriente Próximo, donde la presencia de la Unión Europea se ha reforzado considerablemente en los últimos años gracias a las iniciativas de sus representantes y a la toma de conciencia cada vez mayor de las partes en conflicto respecto del papel que la Unión Europea puede desempeñar en la búsqueda de una solución para esta dramática situación. Pienso que ha llegado el momento, sobre la base del informe MITCHELL, de organizar una misión conjunta de la Unión Europea y de los Estados Unidos. En mi opinión, esta misión se inscribe en la lógica de la declaración UE-EEUU de ayer. Es muy importante que los Estados Unidos y la Unión Europea, como en los Balcanes, hayan decidido actuar en común en el Oriente Próximo con el fin de intentar convencer a las partes en conflicto para que renuncien a la violencia y restablezcan el diálogo político.

Desde que se me ha confiado la Presidencia del Parlamento Europeo, en todas las ocasiones he podido comprobar que las expectativas que despierta la Unión Europea no solamente son fuertes sino que van en aumento.

Pero es necesario que los medios políticos, técnicos y administrativos estén a la altura de estas expectativas positivas y de nuestras propias ambiciones, para que Europa ocupe plenamente el lugar que le corresponde en el nuevo mundo resultado del final de la guerra fría y para evitar que en este nuevo mundo se forme un polo único.

Sin embargo, no puedo dejar de señalar a su atención cierta torpeza y lentitud, e incluso cierta ambigüedad, en la preparación, aplicación y seguimiento de los acuerdos con terceros países, tanto los ya celebrados como los que están en preparación, y la decepción que todo ello genera.

He podido sentir esta decepción en la América Central y del Sur, pero también en el África negra, en el Oriente Próximo, en el Magreb, y creo que esta situación merece una reflexión global de las instituciones europeas en un futuro próximo.

Agradezco su atención y quedo a su disposición para las observaciones que deseen hacer en los breves momentos disponibles para este diálogo.


 
© European ParliamentResponsible Website : Hélène Lanvert